Mis espejos de papel

Los espejos siempre han tenido algo de mágicos: te dicen quién es la más guapa del reino, te introducen en un mundo paralelo o no te devuelven el reflejo si eres un vampiro. Pero los espejos, en realidad, no poseen magia, ni sentimientos, ni siquiera imágenes. Somos nosotros, los que nos asomamos a ellos, quienes lo hacemos cargados de imágenes, de sentimientos y de magia. Cada uno de nosotros tenemos el poder de ver en un espejo lo que deseamos ver. El decepcionado que lo rompe, sólo desea romper su cara; el narcisista que lo besa es a sí mismo a quien besa..
... Pero hay unos espejos que sí que tienen magia, sabiduría, sentimientos, historia e historias: los espejos de papel.
Esos papeles repletos de letras en las que podemos ver reflejadas todas las imágenes del universo, de ahora y de todos los tiempos. Esos espejos de papel en los que nos vemos tal y como somos, como fuimos, como podríamos ser, como nos gustaría ser...
Esos espejos de papel en los que cabe todo lo bueno y malo de la humanidad, todos los monstruos y los ángeles de la historia: lo más sublime y lo más rastrero, lo más antiguo y lo aún no nacido... Solamente hay una cosa, y sólo una, que no pueden reflejar esos espejos: la ignorancia.
Mi casa está llena de libros. Mi casa es la casa de los espejos... los espejos de papel

domingo, 22 de enero de 2012

EL ADIOS PRESENTIDO

Hoy he dejado el alma lejos
y este sol de salitre sueña
que por el suelo de la luna
se deslizan sus deseos.
El camino no es recto,
ni la sombra del árbol,
ni el adiós, ni la llegada,
ni el temblor de los dedos.
El camino es curvo
como ala de gaviota,
como la mirada esquiva,
como la palabra y la nube,
como el beso.
Hoy la duda presentida
nace certeza ceñida
en mi costillar izquierdo.
Hoy les daré a mis manos
metáforas de ceniza
y manzana como alimento.
Hoy se acercará el azabache
a compartir zafio mi lecho.
Y tendré que forzar sonrisas
en el esbozo del recuerdo.  




Manolo  Benages

miércoles, 4 de enero de 2012

CON TUS ALAS VUELO

CON TUS ALAS VUELO
A mi hijo Ovidi, en sus dos años

Con tus alas vuelo, 
esas alas nuevas
dueñas de mi cielo.

Con tus palabras que son brotes,
ramas tiernas y verdes
sin frutos pero con luz,
siembro el barbecho de mi mente
para que mi cosecha seas tú.

Hay un universo en tus manos,
un planeta en cada dedo,
diez mundos en rotación,
noches y días de mis deseos.

Tus lágrimas nacen en mis ojos,
siento en mi pecho tus latidos,
con tu frío tirita mi cuerpo,
se fatigan mis pies en tus caminos.

Nunca creeré en los ángeles
si no llevan tu sonrisa.
No existe el espacio
donde el aire no te toque.
Mi tiempo, si no es contigo,
prefiero que me lo roben.

Manolo  Benages